lunes, julio 14, 2008

Que te [me] incendie en el mar

Te pienso.
El cursor titila en medio de una pantalla en blanco que espera saber de ti y el tiempo pasa.
Algo extraño; cuando pretendo referirme a ti comienzo a cuidar mis palabras de sobremanera y eso, querámoslo o no, tiene como consecuencia que lo que diga no sea todo lo que siento y pienso.
Cuando te conocí pensaba en una sola cosa, pasarla bien sin involucrarme, pero hiciste un compromiso contigo misma y lo cumpliste... recuerdo bien cuando te oí decir que te ibas a ganar mi cariño y mi amor.
Pasaron los días y con ellos las semanas, así fue como todo se acrecentó y sin siquiera notarlo una noche en que los corazones se rompían y volvían a rearmar mi boca pronunció un te amo.
Era una locura, una vez más, como siempre, volvía a tropezar con la misma piedra y en lugar de hacerla a un lado dejé que me hiciera caer nuevamente.
Hoy por hoy vivo en una inseguridad constante y, es que todo sería más fácil si tuviera la capacidad de cortar lazos y si tu tuvieras la de no echar pie atrás.
Sabemos...
Lo hemos intentado, pero pareciera que una parte de nosotras no está dispuesta a desligarse. Algunas veces daña, otras dibuja sonrisas. Es una situación que tambalea día y noche.
Sigo aquí, esperando algo que no va a llegar, algo que que no va a llegar y a pesar de lo consciente que estoy de ello me dedico a vivir una utopía donde siento que mi mitad de la naranja comienza donde tú acabas.
***
Alguna vez me pediste un cambio.
Yo propongo más bien un intercambio.
Querías que dijera lo que siento.
Yo que sientas lo que dices.
Es que quien dice lo que siente
aprende a no dejar pasar el momento
y tener que vivir de arrepentimientos.
Quien siente lo que dice
aprende a reflexionar sus palabras
y pedir perdón a tiempo.
¿Es un trato éste intento?

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